ROJO, BLANCO Y NEGRO
Caminando por la calle. Debería de empezar a tomar decisiones drásticas, contundentes. Por ejemplo, negarme a coger el teléfono los fines de semana o los días de descanso, siempre que el número que aparezca en pantalla provenga de una extensión. O negarme a tomar el autobús más de dos veces a la semana. O defender una decisión. El problema está en que, en el fondo, soy profundamente moldeable. No en el sentido de seguir modas y tendencias, en eso estoy en contra por completo (bueno, no sé). El otro día, por ejemplo, leí una entrevista a The White Stripes, con unas preguntas un poco frívolas pero contestadas de manera muy inteligente, o al menos a mí me lo pareció. Hablaban sobre la ropa y la imagen, y le decían al cantante que por qué había tomado la decisión de vestir siempre en blanco, rojo y negro. Él decía que esos colores le sentaban bien, que eran tonos clásicos que combinaban entre ellos. Si a mí me hubieran lanzado la misma pregunta, habría buscado alguna escusa: "Es ropa vieja que tenía en casa"; "Me regalaron un lote de ropa de esos colores" o incluso "el detergente que tengo en casa despinta".
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Hoy he estado en un mitin de un partido político. Me pareció todo tan cutre, tan programado, tan de serigrafía. Llevaba un cuaderno y un bolígrafo para apuntar, pero en vez de tomar notas me senté entre los afiliados, en las últimas filas. Justo a mi izquierda había dos señores que deberían ser organizadores o algo así. En algunos momentos del discurso, creo que era en los puntos álgidos, empezaban a aplaudir. Otras veces reían a carcajadas y el resto de gente los seguía. A mí me dio un poco de vergüenza haberme dado cuenta, así que decidí hacer lo que ellos empezaban. Por ejemplo, aplaudir o sonreír. Al terminar los discursos me repartieron un pin y una banderita de plástico, y estuve allí ondeándola junto a unos ancianos mientras ponían la música de ese partido político. Todo me pareció de mentira. Las sonrisas y los abrazos, por ejemplo, cuando se relevaban los políticos. El entrante besaba al saliente, lo felicitaba, como si todo fuera muy espontáneo. Al final, los tres políticos se abrazaban y desde el estrado lanzaban besos a su audiencia y a las cámaras de televisión. Los demás ondeábamos la banderita, contagiados de tanto entusiasmo.
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Algunos mensajes que he leído en televisión: "kiko falso", "soto el mejor", "salu2 a todos"
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Hoy he estado en un mitin de un partido político. Me pareció todo tan cutre, tan programado, tan de serigrafía. Llevaba un cuaderno y un bolígrafo para apuntar, pero en vez de tomar notas me senté entre los afiliados, en las últimas filas. Justo a mi izquierda había dos señores que deberían ser organizadores o algo así. En algunos momentos del discurso, creo que era en los puntos álgidos, empezaban a aplaudir. Otras veces reían a carcajadas y el resto de gente los seguía. A mí me dio un poco de vergüenza haberme dado cuenta, así que decidí hacer lo que ellos empezaban. Por ejemplo, aplaudir o sonreír. Al terminar los discursos me repartieron un pin y una banderita de plástico, y estuve allí ondeándola junto a unos ancianos mientras ponían la música de ese partido político. Todo me pareció de mentira. Las sonrisas y los abrazos, por ejemplo, cuando se relevaban los políticos. El entrante besaba al saliente, lo felicitaba, como si todo fuera muy espontáneo. Al final, los tres políticos se abrazaban y desde el estrado lanzaban besos a su audiencia y a las cámaras de televisión. Los demás ondeábamos la banderita, contagiados de tanto entusiasmo.
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Algunos mensajes que he leído en televisión: "kiko falso", "soto el mejor", "salu2 a todos"
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