SMS, E-MAILS Y LLAMADAS PERDIDAS
Tengo el defecto de contestar los mensajes, los correos electrónicos y las llamadas perdidas horas más tarde o incluso días después de recibirlas. A veces, incluso, pasa tanto tiempo que mi nueva llamada, mi nuevo e-mail o mi nuevo sms no se interpreta como respuesta. Como consecuencia de esta costumbre, puedo tardar semanas o incluso meses en establecer una conversación a distancia. Ayer, por ejemplo, recibí un mensaje de Á., una amiga de la carrera que trabaja en Huelva y a la que aún no he contestado, pero a la que voy a responder nada más terminar de escribir esto. R., una compañera de trabajo, no entiende mi costumbre, pero ya se ha hecho a la idea. El sábado pasado, por ejemplo, ella me envió un SMS para ver si quedábamos por la noche, y le respondí esa misma noche. Claro, ya era tarde para quedar. A C. tengo que contestarle un sms que me envió hace dos semanas; y a M. tengo que escribirle un e-mail. Lo haré mañana.
Ahora voy a grabarme un CD de Slint que me he bajado de Internet. Era un grupo del que había leído muchas cosas buenas, aunque tampoco es para tanto. Lo de la música por Internet está bien, aunque estoy un poco en contra porque es tal la cantidad de canciones que puedes llegar a escuchar al día que corres el riesgo de, al final, no recordar ni un estribillo. Me di cuenta hace un par de días, cuando estuve grabando el último disco de The Strokes y ahora no recuerdo ni una canción. Aunque de la red me he bajado algunas de las que ahora son mis canciones favoritas. Por ejemplo, algunas de Astrud, un grupo que debería de ser un fenómeno de masas, pero en España ya se sabe. A mí, Genís me recuerda a Jarvis Cocker, el cantante de Pulp, que en su país es un mito sexual entre las jóvenes y él tiene ya más de 40 años.
Hoy he estado toda la tarde viendo la tele. Hacía semanas que no me tragaba tantas horas de televisión, y he vuelto a empezar a engancharme a algunos programas que antes no me perdía. El Diario de Patricia, por ejemplo, o la sección talk-show de Sabor a Ti. Ana Rosa Quintana es mucho más cínica que Patricia; sabe cómo torturar a sus invitados. Las adicciones eran hoy el tema del día. En el plató había un joven enganchado a Internet y adictos al tabaco, al gimnasio y a no sé qué otras cosas más. Pero lo que más me ha llamado la atención es la llamada telefónica de una mujer adicta al amor y al sexo. Explicó que lo suyo no era la atracción puramente física, sino un deseo romántico que la invadía al estilo de las películas tipo Pretty Woman o Titanic. Era tal el deseo de vivir una historia de amor que provocaba las situaciones, elegía a sus objetivos y tramaba los relatos. A mí, poco experimentado en estos asuntos, se me han venido a la cabeza algunos nombres de conocidos/as con esos síntomas.
Ahora voy a grabarme un CD de Slint que me he bajado de Internet. Era un grupo del que había leído muchas cosas buenas, aunque tampoco es para tanto. Lo de la música por Internet está bien, aunque estoy un poco en contra porque es tal la cantidad de canciones que puedes llegar a escuchar al día que corres el riesgo de, al final, no recordar ni un estribillo. Me di cuenta hace un par de días, cuando estuve grabando el último disco de The Strokes y ahora no recuerdo ni una canción. Aunque de la red me he bajado algunas de las que ahora son mis canciones favoritas. Por ejemplo, algunas de Astrud, un grupo que debería de ser un fenómeno de masas, pero en España ya se sabe. A mí, Genís me recuerda a Jarvis Cocker, el cantante de Pulp, que en su país es un mito sexual entre las jóvenes y él tiene ya más de 40 años.
Hoy he estado toda la tarde viendo la tele. Hacía semanas que no me tragaba tantas horas de televisión, y he vuelto a empezar a engancharme a algunos programas que antes no me perdía. El Diario de Patricia, por ejemplo, o la sección talk-show de Sabor a Ti. Ana Rosa Quintana es mucho más cínica que Patricia; sabe cómo torturar a sus invitados. Las adicciones eran hoy el tema del día. En el plató había un joven enganchado a Internet y adictos al tabaco, al gimnasio y a no sé qué otras cosas más. Pero lo que más me ha llamado la atención es la llamada telefónica de una mujer adicta al amor y al sexo. Explicó que lo suyo no era la atracción puramente física, sino un deseo romántico que la invadía al estilo de las películas tipo Pretty Woman o Titanic. Era tal el deseo de vivir una historia de amor que provocaba las situaciones, elegía a sus objetivos y tramaba los relatos. A mí, poco experimentado en estos asuntos, se me han venido a la cabeza algunos nombres de conocidos/as con esos síntomas.
0 comentarios