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Mi Fracaso Personal

VOY POR LA VIDA PERDIENDO TRENES Y COGIENDO RESFRIADOS

El fin de semana salió todo al revés. M. no pudo venir el viernes porque en Murcia estaba lloviendo por la mañana y por una serie de infortunios perdió el autobús, así que tuvo que coger el bus del sábado. Llegó a Córdoba sobre las 15.00. Comimos en el chino-japonés. Yo probé por primera vez el cerdo agridulce, aunque ella no se atrevió con el sushi. Luego estuvimos en La Corredera tomando un café. Tocaba un cantautor bastante triste que sonaba bien, pero al que no se le entendía nada, supongo que por el equipo de sonido. Luego fuimos a la estación de trenes y cogimos el que sale a las 18.30 en dirección a Sevilla para ir a Peñaflor y sorprender a Á por su cumpleaños. No se lo esperaba, pero ella también nos sorprendió a nosotros porque estaba muy resfriada. Se volvió con nosotros a Córdoba con la intención de salir, pero cuando llegamos llovía mucho. Pedimos un par de pizzas y cenamos en mi piso. Luego, Á se tomó un Frenadol y se quedó dormida, así que no salimos. La verdad es que creo que ninguno de los tres tenía muchas ganas de estar por ahí lloviendo tanto. Estuvimos viendo Salsa Rosa, aunque ningún personaje interesante. Recordamos que el fin de semana que estábamos pasando era igual a otros que pasábamos en Sevilla en época de exámenes.

Á durmió en mi cama, que es como dormir sobre un somier; M durmió en el sofá, que es como dormir en tres tablas; y yo dormí en la cama sin almohada de mi compañero de piso, que para mí es como dormir sobre el suelo. Así que creo que ninguno de los tres durmimos del todo bien.

El domingo fuimos a recoger a C., una amiga nuestra de la facultad que vive y trabaja en Córdoba. Almorzamos con ella en el Papá Rancho. Luego tomamos café en el Dwomo. Á y M cogieron de nuevo el tren de las 18.30. Yo acompañé a C a su piso a soltar la maleta que había dejado en consigna en la estación de autobuses y luego estuvimos por La Corredera. Nos pusimos al día de nuestras vidas.

Luego volví a casa, empapado. Durante el camino cerré el paraguas, aunque no dejó de llover. Mientras me secaba, preparé una infusión, té con azúcar. Es fácil distinguir el vaso que utilicé, entre todos los que había en el fregadero del desayuno y de las coca colas. Tengo por costumbre cristalizar las disoluciones. Por la noche estuve solo en el piso, pensando en todo lo que habíamos hablado y en todo lo que habíamos recordado (las clases, los profesores, los compañeros, la ciudad). Se me vino a la cabeza una canción de Le Mans: "Voy por la vida perdiendo trenes y cogiendo resfriados". Creo que fue una anticipación de lo que una compañera del trabajo me ha dicho hoy por la mañana, después de preguntarme por C., a quien conocí hace un par de fines de semana en el Kurtuba. "Los trenes sólo pasan una vez en la vida", me ha dicho.

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Anoche también estuve viendo el certamen de Miss España, un concurso que me repugna pero que no puedo dejar de ver todos los años. Aparte de las participantes, lo que más me llamó la atención fue el look de los presentadores: vuelven los 80.

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