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Mi Fracaso Personal

GRANDES JITS

El sábado me desperté a mediodía, justo a la hora de almorzar. Había quedado con Á., A., B. y esta gente para ir a la feria de día, que este año han puesto en el centro, para comer algo y despedir a B., que ya debe estar camino de Londres. Se marcha hasta Navidad. Pero como llevaba varias semanas sin estar por casa, le mandé un mensaje a Á. para decirle que no iba a comer fuera. Luego estuve durmiendo la siesta, y cuando me desperté Á. me había contestado el mensaje, que habíamos quedado a las 00.45 en el piso de A. para recoger las bebidas y hacer botellón en la feria, porque las copas están carísimas, y eso que las ponen en vasos de plástico y con refresco de botella de dos litros. Por la tarde estuve navegando por Internet, buscando algo para hacer en vacaciones, pero nada.

Luego me volvía a dormir. Llevo dos días como aletargado, invernando. Me duché, cené y de nuevo a la feria. Cuando iba para el piso de A. me encontré a Á., que estaba aparcando el coche, y mientras tanto llegó M., y luego también M. Z. y V. Nos fuimos todos juntos para allá, que ya nos estaban esperando. Por el camino empezó a levantarse aire, así que me di cuenta que había sido un error no elegir la camisa de manga larga. Pero bueno, luego entraríamos en calor bailando los grandes jits que ponen en las casetas.

Hicimos botellón en un descampado donde se reúne todo el mundo, sin luces y sin nada. Era como un mundo paralelo al recinto ferial, la infraferia, pero compartiendo espacio con todo el resto de la gente que bailaba sevillanas y los grandes jits que ya estaban poniendo sólo a unos metros de allí, en las casetas. Algunos habían aparcado los coches en el descampado aquel oscuro y ponían música. El botellón estaba a medio hacer, porque sólo teníamos las botellas, que ya iban por la mitad porque habían servido para otros eventos anteriores, y no teníamos ni hielos ni vasos ni refresco de cola ni nada. Creo que allí estuvimos alrededor de una hora, y cuando acabamos con todo lo que podíamos coger de otros botellones de gente que conocíamos nos fuimos, porque estaba muy feo ponerse por ahí a rebuscar entre los matorrales y detrás de los coches aparcados.

Así que fuimos a las casetas. Por el camino me encontré a M. J., que había venido desde La Palma a la feria. Estuvimos hablando un rato. Va a presentar un magacín en una televisión local. Estuvimos poniéndonos al día de toda la gente de Sevilla, y le dije que a ver si quedábamos este verano. Tengo que llamarla, y mandarle un correo electrónico a L.

Al fin llegamos a las casetas. Entramos a La Presentación, que es de una cofradía de Semana Santa. Al otro lado de la barra había una foto enorme de un Cristo doliente y sangrante con una corona de espinas, justo por encima de donde se compraban los tiques, así que se me puso muy mal cuerpo cuando fui a pedir un Cacique. Para entonces ya habían puesto una canción de David Bisbal y otra de Bustamante, y empezaba a sonar el gran jit del verano, Dragostea. Ya empezamos a animarnos. Casi toda la noche estuvimos allí, porque la música no decepcionó.

A las seis en punto decidimos irnos, aunque antes de coger el autobús de vuelta nos paramos a comer algo. Yo estuve con Á. y A. en un puesto de churros, y mientras que nos servían y comimos empezó a salir el sol. Luego llegaron los otros, que se habían parado en una hamburguesería. El autobús de vuelta iba lleno de gente, así que tuvimos que hacer el trayecto de pie. Nos bajamos en la parada del centro de salud: diez minutos más andando hasta llegar a casa. Cuando me tumbé en la cama eran más de las siete y todavía se oían los jits de la feria. Bajé la persiana, por si las vecinas se salían a las diez de la mañana a la calle a hablar de sus cosas.

SUENA: "Hang the DJ", The Smiths

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