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Mi Fracaso Personal

FAMILIA

Soñando toda la noche. Debió de ser la digestión de la cerveza de la cata, de las coca colas de la feria, del ron y de la masa de churros. No sé el qué, pero soñé. Toda la noche. “Ya no bebo más”, pensé por la mañana. Me desperté pasado el mediodía, sudando, con los auriculares enredados en el cuello y el discman junto a la almohada, con el CD nuevo de Los Planetas. Me estoy esforzando para que me guste, pero casi todas las canciones me parecen caras B de algún single.

Me levanté irascible, sudando. En la estantería había un paquete de tabaco marca Fortuna Light. De A, la profesora, seguro. Se lo guardé durante toda la noche en el pantalón, porque ella no llevaba bolsillos, y debí traerlo a casa cuando Á me dejó con el coche. Tenía que habérselo dado a él, pero se me olvidó. Alguien debió haber entrado temprano en la habitación para recoger la ropa del sábado por la noche. Mamá, seguro. Cuando me desperté estaba preparada para que la llevara al campo con el coche. Celebración familiar. Inauguración de una casa. Comida hasta la noche. Bebida. Cerveza. Vino.

Llegamos casi a las dos. Saludos. Besos. Había platos de embutido, de tomate con anchoas, de queso viejo, de aceitunas rellenas, de almendras saladas. Luego hubo croquetas, flamenquines, chorizo, lomo. Me ofrecieron cerveza. Dije que no. Un hombre vestido de flamenco que escanciaba me ofreció vino. Volví a decir que no. Bebí una pepsi. Comí poco. Me metí en la piscina. Me salí pronto. Me bebí otra pepsi. Comentamos películas, comentamos discos, comentamos canciones, comentamos anécdotas. Recordamos veranos, recordamos comuniones, recordamos cumpleaños, recordamos navidades. Sólo bebí pepsi. Y un café descafeinado.

Novedades de la familia:

1. Las iguanas. Tener una iguana está de moda entre la infancia tardía y la juventud temprana, cuando se buscan rupturas, atrevimientos, experimentaciones. Mi prima A se llevó al campo la suya, Jarata, ataviada con una camiseta de fabricación casera y atada a una correa. En la familia hay otras, al menos dos más, y las que están por venir.
2. El ordenador portátil. Siempre hay alguna novedad por parte de la tía P, que vive en Córdoba y siempre sorprende cuando llega al pueblo con algún cacharro último modelo. Otras veces fueron el robot de cocina que lo hace todo, la aspiradora, el coche deportivo. Y ahora el ordenador portátil. En un par de meses se ha convertido en una experta. Domina la jerga informática, el lenguaje de programación, los tecnicismos.
3. El pastel. La tía A, la menor, preparó dos pasteles, uno de chocolate y zanahorias (últimos coletazos de su pasado vegetariano) y una tarta de manzana. Probé el primero. El relleno tenía un sabor “curioso”, como diría Á. Para la hora del café. La iguana Jarata se mostró entusiasmada por la tarta de manzana.
4. Los móviles. Nokias, ericssons, sonys, con cámara fotográfica, para chatear, plegables, sin saldo, con saldo, de contrato, de tarjeta, con funda, sin funda.
5. La casa. El objetivo del día de campo: la inauguración de la casa de la tía S. Céntrica, cercana al trabajo, con cochera, sótano, buhardilla, baño con jacuzzi, frigorífico de doble puerta, patio, cuarto de estudio, habitación para invitados.
6. El trabajo. El de mi hermana, en Marbella, durante el verano.
7. El coche. Conversaciones a propósito de mi coche, un R5 con mucho más de una década de viajes.

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